Cuando se piensa en el espacio expositivo desde una mirada histórica, el museo es una de las primeras estructuras arquitectónicas que tuvo este fin como institución. Como antecedente y atendiendo a la etimología de la palabra -santuario de las musas- inevitablemente nos posicionamos en el espacio de la Antigüedad Clásica. Aquí encontramos la actividad asociada a los templos de salvaguardar ofrendas y en ocasiones determinadas, la exhibición de estas ante el público.
Resultado de la evolución del acto de coleccionar, podemos ubicar en el Renacimiento los primeros museos. Sin embargo, no es hasta el siglo XVIII que bajo el influjo de la Ilustración se establecen las bases de lo que luego será el museo público con fines tanto didácticos como investigativos. De ahí que pueda afirmarse que el espacio expositivo no siempre ha sido concebido de la misma forma ni con los mismos objetivos.
A inicios del siglo XX ocurrieron importantes transformaciones tanto sociales como culturales, las cuales impactaron en las formas de exponer, los conceptos en torno al museo y su función -llegando a transformarse incluso el edificio. En primer lugar, el valor de las colecciones albergadas comenzó a distinguir el edificio como un espacio de importancia pública y a generar plusvalor sobre la ciudad donde se enclavaba. El financiamiento, las donaciones y los préstamos se establecieron como elemento de prestigio social para la burguesía. E incluso determinadas exhibiciones llegaron a impactar en el valor y la circulación de obras, corrientes y artistas.
La crítica de las vanguardias a estas instituciones motivó la reflexión en torno a los espacios expositivos y sobre todo influyó en la conformación de nuevos paradigmas expositivos en cuanto a la relación con el espacio. La acción de instituciones como la Staatliche Bauhaus aunado a los postulados de movimientos racionalistas dieron lugar a una mirada multidisciplinaria e integradora que contribuyó a conformar una nueva visión del museo. Hacia los años treinta estas ideas comenzarían a asentarse y en 1934 encontramos las propuestas de Louis Hautecoeur en torno a la circulación, la separación de los espacios y la clasificación de las obras que integraban las colecciones. Y precisamente la diversidad de estas llevó al Consejo Internacional de Museos a establecer con posterioridad una clasificación para su separación y estudio. La separación generó nuevas necesidades, las cuales resultaron en la especialización de los espacios expositivos con características que apuntaran hacia la adaptabilidad. Si bien es cierto que no se alteró la noción de la caja, sí se modificó completamente su concepción.
En este sentido, podemos señalar los postulados de Perret quien buscaba vincular el placer y el estudio en el espacio expositivo. también las propuestas de Le Corbusier para la construcción de edificios de planta rectilínea que pudieran crecer en el tiempo y en la flexibilidad de la planta libre de Mies van der Rohe. E incluso a nivel constructivo, los distintos pabellones que se realizaron para las sucesivas ediciones de la Exposición Universal, los cuales en muchas ocasiones pusieron en práctica estos principios y dieron cuenta de la evolución del espacio expositivo. Todo ello para llegar a dos construcciones museales paradigmáticas del siglo XX realizadas en la ciudad de New York: el Museo de Arte Moderno (MoMA) y el Solomon R: Guggenheim Museum.
A partir de la diversidad de corrientes artísticas y las nuevas exploraciones estéticas que caracterizaron la década del sesenta, el museo tuvo que repensar el espacio expositivo que albergaba. Sobre todo, al pretender comprar y coleccionar las nuevas obras, comenzar a generar nuevas relaciones con los espacios que fuera de sí iban conformándose y sobre todo repensar las soluciones a nivel espacial para exhibirlas en un futuro inmediato. Un ejemplo clave en esta transformación fue la construcción en la década del setenta del parisino Centro Pompidou que apostó por la versatilidad de sus espacios.
Durante las décadas del ochenta y el noventa aparecieron diversos exponentes arquitectónicos, como el Vitra Design Museum, en Alemania, cuya construcción se basa en el principio de la independencia entre el espacio expositivo y las posibles obras que este puede albergar. Este tipo de arquitectura eran completamente flexible y permitía la realización de exposiciones completamente únicas y diferenciadas entre sí. De igual forma contribuían a modificar los elementos característicos del espacio expositivo brindando mayor libertad y protagonismo a la museografía, la cual quedaba encargada de su fisionomía final. En octubre de 1997 abrió al público de Bilbao el museo Guggenheim, el cual terminó de transformar el espacio expositivo durante el siglo XX. En su interior se desarrollan tres concepciones para la exposición de obras: la primera responde a la sala tradicional, donde se exhiben formatos habituales de la Historia del Arte; la segunda, toma el taller como modelo y se desarrolla en un espacio caracterizado por alturas múltiples adaptable a esculturas de gran formato, performances, happenings, instalaciones, etc.; y la tercera, resignifica los espacios de transición como espacios expositivos.
I. Evolución del espacio expositivo y nuevos paradigmas
II. Tipos de espacios para la circulación y el consumo
III. Elementos que modifican el espacio
IV. Problemáticas y lenguaje del espacio expositivo
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