“El tiempo pasó. Pero el tiempo se divide en muchas corrientes. Como en un río, hay una corriente central rápida en algunos sectores y lenta, hasta inmóvil, en otros. El tiempo cósmico es igual para todos, pero el tiempo humano difiere con cada persona. El tiempo corre de la misma manera para todos los seres humanos; pero todo ser humano flota de distinta manera en el tiempo. (…). Las corrientes del tiempo nunca son iguales para dos personas, ni siquiera cuando son amantes...”.

- Yasunari Kawabata | “Lo bello y lo triste” (1964)
Los seres humanos no somos sólo testigos del devenir, somos, como diría Borges, el rio mismo. Pero la experiencia de sabernos tiempo conlleva, a pesar del misterio inaprensible de la temporalidad, una dimensión narrativa e imaginativa con la que pretendemos domesticar el devenir. Este curso pretende acercarnos a esa dimensión narrativa del tiempo a través de cuatro figuras o metáforas. Dos de ellas, como diría Kawabata, son de índole cósmica, mientras las otras dos reconocen una intimidad y sutileza poética en su comprensión del tiempo. La imagen de un tiempo lineal que en su fluir nos traslada del pasado hacia el futuro como su meta ineludible es sin duda una herencia que sostiene la imagen del tiempo de lo nuevo y cuyo fondo semítico es innegable. Sin embargo, una antigua y persistente metáfora del tiempo macro nos seduce: el tiempo circular o cíclico. Ambas metáforas del tiempo delinean cierta comprensión del hombre, de sus miedos y recurrencias. Sin embrago, también se supo de otra temporalidad vivida en la experiencia y comprensión de sí, eso que, según Agustín de Hipona, será comprendido como el tiempo del alma. Es en el alma que medimos el tiempo vivido nos dirá en sus Confesiones. Pero además del despliegue del alma que se extiende y se distiende, reconocemos una cuarta imagen del tiempo que cautiva y seduce. Es el arte el encargado de revelar un tiempo que ni cósmico ni subjetivo, pervive en el instante poético. Así como un cuadríptico de la temporalidad, nuestro curso nos mostrará la relevancia de nuestro imaginario, hecho de historias y metáforas, para acercarnos al misterio de nuestro propio ser.